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jueves, 21 de julio de 2016

Historia de Roma IV: El triunfo del cristianismo y la división del imperio.


Diocleciano, como dijimos, empezó a gobernar en 284. Combatió a los sármatas y a los alamanes, e hizo la paz con los persas. Reformó la administración. Sus reformas, creen algunos, hicieron posible que el Imperio perviviese más de un siglo y medio después de él. Persiguió con saña a los cristianos (aunque ésta fue, como veremos, la última persecución que sufrieron). Fue, por último, el primer emperador que abdicó: en 305 dejó el poder y se retiró a su palacio de Spalatum (Split, en la actual Croacia).

Tras Diocleciano hubo un poco de confusión política, hasta que Constantino I empezó a imponerse como el dueño de Roma: en 312 venció a Majencio en la batalla de Puente Milvio, y a Licinio en 324. En 313, por el Edicto de Milán, Constantino legalizó el cristianismo, lo convirtió en "religio licita" (religión permitida). Refundó la ciudad de Bizancio, sita en donde Europa y Asia, el Mar Mediterráneo y el Mar Negro, se encuentran. La llamó Constantinopla y la embelleció y engrandeció para que fuera una segunda Roma. Convocó el Concilio de Nicea en 325, en el que se condenó el cristianismo arriano y se estableció como verdadero el católico o "niceno". Fue bautizado en su lecho de muerte. En la foto que ilustra este artículo podemos ver los restos de la estatua colosal de Constantino que se encontraba en la basílica de Majencio, en Roma.

Tras morir Constantino en 337 gobernaron sus tres hijos. El que más vivió fue Constancio II, que derrotó al usurpador Magnencio, a los alamanes, a los cuados y a los sármatas, y que murió cuando se preparaba para combatir a su primo Juliano, a quien habían proclamado Augusto en Galia. 

Tras la muerte de Constancio II en 361 gobernó Juliano, llamado el Apóstata porque renunció al cristianismo y se proclamó pagano y neoplatónico. Intentó restaurar el paganismo, y, sin perseguir a los cristianos, controlar sus impulsos intolerantes (el clero cristiano, tras verse legalizado, había empezado a hostigar y perseguir a los paganos, a destruir incluso sus templos). Su muerte en combate en Persia impidió la continuación de sus planes. 

Tras Juliano el imperio se dividió. En la parte occidental gobernó Valentiniano I, un buen emperador, que combatió a burgundios, sajones y alamanes, y, en Escocia, a pictos y escotos. Fundó escuelas, y proporcionó atención médica a los pobres. Permitió la libertad religiosa, y combatió los abusos del clero. 

Después de los reinados de Graciano y de Valentiniano II en Occidente (vamos a centrarnos en esta parte, pues la oriental empieza en esta época una historia separada que se prolongó mil años) llegó al poder el hispano Teodosio I. Él empezó a gobernar en Oriente, pero tras la muerte de Valentiniano II se hizo también con el poder en Occidente. Fue el último emperador que gobernó sobre todo el imperio: a su muerte las dos mitades se separaron para siempre. En 380 Teodosio hizo del cristianismo católico la religión oficial del imperio (Edicto de Tesalónica). Fue la muerte prácticamente definitiva del viejo paganismo. En 388 venció al usurpador Máximo, y en 394 a otro usurpador, Eugenio. En 395 murió. En su testamento dejó el Imperio de Oriente a su hijo Arcadio, y el de Occidente a su otro hijo, Honorio. En el siguiente artículo hablaremos de Honorio y sus sucesores, en los últimos 80 años del imperio. Veremos como cayó Roma en poder de los germanos, y cómo el Imperio de Occidente fue dividido en reinos bárbaros. 

-JAPM-


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