Por estar contigo

Blog personal de José Alfonso Pérez Martínez

"Estas líneas escribo,
únicamente por estar contigo"
(Luis Cernuda)

jueves, 22 de diciembre de 2016

De Mordred


DE MORDRED


Morgause, la hija mayor de Igraine y de su marido, el duque de Cornualles, odiaba a Uther, que había causado la muerte de su padre y engañado a su madre para yacer con ella. Como no podía vengarse de Uther, pues éste había muerto hacía años, Morgause decidió vengarse de él en la persona de Arturo, su hijo. 

Aunque Morgause y Arturo eran hijos de una misma madre, Morgause veía a Arturo como un Pendragon, como sangre odiada. También Morgana odiaba a Arturo. Sólo la tercera hermana, Elaine, no le odiaba, sólo ella pensaba que odiar al hijo por los pecados del padre era una necedad, pero nunca logró convencer a sus hermanas. Aunque Morgana intentó en varias ocasiones asesinar a Arturo, quien llegó más lejos en su odio fue Morgause. Esto fue lo que se atrevió a realizar: en primer lugar, fue a Camelot, enviando delante suya mensajeros anunciando la llegada de la hermana mayor del rey. Arturo, sin sospechar nada, la recibió feliz, ofreciendo cenas y torneos en su honor. No es cierto, como algunos escribieron, que Arturo no supiera quién era Morgause. Merlín le había contado, cuando Arturo se proclamó rey, quien era su madre, y cómo fue concebido por Uther, y porqué había tenido que criarse separado de su padre, de su madre y de sus medio hermanas, para protegerle de los odios y tensiones de la época. Merlín le envió a criarse con Sir Héctor, un caballero, y el hijo de éste, Sir Kay, era ahora senescal de Arturo. 

Así pues, Arturo sabía perfectamente quién era Morgause cuando ésta llegó a Camelot y él la vió por primera vez en su vida. Arturo, que como dijimos no había podido criarse con ella, la deseó desde el primer momento, pero, siendo consciente de la sangre común, estaba dispuesto  a contenerse. Y lo hubiera logrado, pero Arturo no sabía que su hermana era una poderosa hechicera, casi al nivel de Merlín, el druida. Morgause hechizó a Arturo, para que no pudiera resistirsele, para que, sin dejar de ser consciente de estar cometiendo una transgresión, no pudiera evitar cometerla, para así torturarle más. Tanto odiaba Morgause a Arturo. El rey, a su pesar, se vió yendo a la alcoba de Morgause, en mitad de la noche. A su pesar, la desnudó. A su pesar, y maldiciéndola, la hizo suya. A la mañana siguiente Arturo expulsó a Morgause de Camelot, y jamás quiso volver a verla. 

Esto ocurrió cuando Arturo era aún joven y no llevaba ni diez años en el trono. Tampoco estaba casado aún con Ginebra. Su otro hijo, Bor, era entonces tan sólo un niño de pecho, un bebé. Aquella noche infausta fue engendrado Mordred, hijo y sobrino de Arturo.

Todos nos forjamos un destino, pero Mordred no quiso, o no pudo. Dominado por su madre, se convirtió en un mero instrumento de ella, en un arma para ser usada contra Arturo. Morgause para ello se concentró en fomentar las partes peores de la personalidad de Mordred, mientras asifixiaba las más nobles. Se centraba también en hacerle dependiente de ella, en lograr que pensara como ella, que viera todo como ella lo veía. Utilizaba para ello una mezcla de palabras, amor materno y hechicería. Buscó a grandes caballeros para educarle en las artes de la guerra, le insistió en que tenía derecho a todo, si lo quería, y que la ley de Arturo sólo era tiranía, una forma de coartar la libertad y el derecho de los fuertes sobre los débiles. Le crió, en fin, con el solo fin de destruir a Arturo. 

A los dieciocho años Mordred Pendragon era hermoso y fuerte, un joven dorado, pero con un negrísimo corazón. Podía vencer a cualquiera en un combate singular, era cruel, vanidoso, y sólo amaba a su madre. No respetaba a ninguna otra persona, ni sentía nunca temor. Quería, sobre todo, destruir a Arturo. Entonces dejó a su madre y empezó a devastar Britania, al mando de una banda de criminales y delincuentes, a los que armó como caballeros. Se burlaban de la ley de Arturo cometiendo robos, violaciones y asesinatos por todo el país. Se le fueron sumando más indeseables, hasta llegar a comandar un verdadero ejército.

Arturo, por entonces, estuvo muy enfermo, y casi murió. Merlín dijo que sólo podría sanar si era encontrado el Grial, la santa copa usada por Jesucristo en su última cena, y Arturo bebía de ella. Los caballeros de la Tabla Redonda, empeñados en la búsqueda del Grial, no pudieron impedir los desmanes de Mordred. Muchos caballeros se perdieron o murieron en la búsqueda. Muchos otros volvieron a Camelot con las manos vacías. Finalmente, el más puro, Sir Galahad, hijo de Lanzarote, un caballero que nunca había querido empuñar un arma, llegó a Camelot una noche descalzo y vestido sólo con una pobre túnica. Su rostro estaba bañado en luz, y portaba en sus manos el Grial. Se lo tendió a Arturo, y éste bebió. Así sanó el rey y, con más de cuarenta años de edad, decidió detener a Mordred, su maldito hijo. Se armó, convocó a sus caballeros y se lanzó a la guerra por última vez.

-José Alfonso Pérez Martínez, 20 de diciembre (corregido y ampliado el 22) de 2016- 

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